Desaprender para volver a aprender: La inteligencia humana a revisión.

¿Son los integrantes de las nuevas generaciones menos inteligentes que sus padres?

Nuestro compañero Marcos Martínez Jurado, Director del Área de Learning de Euroforum nos habla de esto y nos plantea otras tantas preguntas interesantes para que pensemos sobre este tema.

Desaprender para volver a aprender: La inteligencia humana a revisión

 

“Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante”

Jaime Gil de Biezma
Escritor español (1929-1990)

Que el mundo está volviendo a renacer, bajo una nueva forma aún indeterminada, es algo que no se nos escapa a nadie. La paulatina digitalización del entorno profesional, y de la vida en general, condiciona la forma de entender el nuevo escenario mundial. El acceso inmediato a miles de fuentes de información, el crecimiento exponencial de las bases de datos o la democratización del conocimiento, han significado un punto de no retorno para el aprendizaje y la evolución de las compañías. En las organizaciones, cada vez somos más capaces de desarrollar nuevas habilidades, de operar en entornos hipercomplejos o de enfrentarnos a interrogantes que, antes, no hubiéramos podido imaginar.

Las plantillas y los equipos se encuentran, progresivamente, más mentalizados de las nuevas reglas del marco digital. Hoy, en la empresa, conviven perfiles, experiencias y orígenes muy dispares. Todos ellos contribuyen a mejorar el resultado final y a lograr la supervivencia empresarial, abriendo camino entre tanta incertidumbre. Y en medio de todo este maremágnum, hace unas semanas, algunos medios daban a conocer el impacto que los dispositivos digitales están ejerciendo en la neuropsicología de los llamados “nativos digitales”. El neurocientífico francés, Michel Desmurget, llamaba la atención sobre una disminución del cociente intelectual, por primera vez en muchas décadas, rompiendo con la progresión continua al alza de éste, en las generaciones precursoras. La polémica estaba servida.

Cuando en 1984, James R. Flynn, advirtió acerca de que los hijos eran significativa y tangiblemente más inteligentes que sus padres, psicólogos y sociólogos del mundo entero se lanzaron en tromba para tratar de descifrar los motivos reales de este fenómeno. A día de hoy, aún no existe consenso total en cuanto a las causas, pero algunas hipótesis apuntan al progreso de las pruebas psicométricas, al cambio en las políticas educativas, los avances sociales, la creciente tecnificación de las tareas o la mejora de la alimentación, entre muchas otras.

El caso es que el impacto del uso de los dispositivos digitales, las redes sociales y la tecnología en nuestro cerebro, quedaría sometido a examen. Convertido súbitamente en uno de los agentes principales de la creciente descapitalización intelectual de la especie humana. Y… ¿en qué medida hace justicia, todo esto a la realidad?, ¿es cierto que nos estamos volviendo menos inteligentes con el transcurso de los años por el avance digital?, ¿es el “homo sapiens” una víctima de su propio progreso tecnológico?

En los tiempos que corren, y más que nunca, la prudencia debe ser un valor pujante. Durante los últimos años, hemos escuchado hasta la saciedad que el cambio ya forma parte de nuestra rutina diaria. Que las soluciones de ayer son difícilmente aplicables en la actualidad porque la cancha es muy diferente a la que era. Que es tiempo de ser creativos y de reinventar la manera de aproximarnos a la realidad. Pero muchas veces esto no pasa de ser un simple papel mojado, un mantra hueco que enunciamos en cualquier reunión social en la que precisemos despuntar.

Con el fin de ser más imparciales, y de hacer honor a la verdad, quizá deberíamos preguntarnos acerca de si el concepto tradicional de inteligencia, o las pruebas psicológicas que han servido para evaluarla hasta el momento, son indicadores fiables dentro de este insólito contexto. Es decir, ¿necesitamos resolver los problemas coetáneos de la misma manera que en el pasado?, ¿deberíamos revisar nuestro sistema educativo, la adquisición y la evaluación del conocimiento, para adecuarlo eficazmente a la realidad que nos apremia? En cualquier ámbito de la vida o de los negocios… ¿en qué medida es urgente desaprender, con humildad, para volver a aprender y entender finalmente de qué va todo esto…?   

 

Marcos Martínez Jurado