El líder coercitivo: definición y ejemplos

Enfrentarse a situaciones adversas como anunciar situaciones de crisis o comunicar despidos es algo que requiere de gran inteligencia emocional y a lo que, además, el líder de una empresa está más que acostumbrado. En este sentido, y del mismo modo que no existe una única forma de hacer frente a las circunstancias del día a día en las organizaciones, tampoco existe un único tipo de líder válido para poner soluciones. De hecho, como ya adelantábamos en este artículo de nuestro blog, los estilos de liderazgo son seis: el coach, el ejemplar, el democrático, el afiliativo, el visionario y el coercitivo. Hoy nos centraremos en este último.

¿Cómo es un jefe coercitivo?

El jefe coercitivo (al que, por cierto, le encanta dirigir), impone ritmos de trabajo frenéticos y exige cumplimientos inmediatos sin prestar atención al bienestar y la motivación de sus empleados. Defiende que el fin justifica los medios: todo vale siempre y cuando contribuya a la obtención de resultados y al crecimiento de la empresa.

El estilo coercitivo no entiende de flexibilidad y su valor estrella, que debe permanecer siempre por encima de los demás, es la disciplina. Y es que fija una dirección clara y prohíbe terminantemente cualquier desvío. Al tomar las decisiones de manera unilateral y sin posibilidad de negociación, frena las posibilidades de que surjan nuevas ideas por parte de terceros y, por lo tanto, la creatividad y las iniciativas de las personas que tiene a su cargo.

¿Cuándo es eficaz el líder coercitivo?

Fundamentalmente, un líder coercitivo es efectivo en situaciones de crisis, como último recurso para controlar a equipos de trabajo problemáticos, para implementar grandes cambios de manera rápida o durante emergencias reales (como, por ejemplo, un incendio). De hecho, suele resumirse con la frase “haz lo que te digo”.

Es un estilo que conlleva una gran cantidad de implicaciones negativas, por lo que debe emplearse de manera muy puntual y con extrema precaución. Por su naturaleza autoritaria, acaba generando un clima negativo en la organización, desmotivando y alienando a sus trabajadores y perdiendo su sentido de la responsabilidad y compromiso con la empresa.

Por esta razón, el coercitivo es el líder menos efectivo de todos. Como las decisiones se toman de arriba abajo, el líder no tiene en cuenta las iniciativas de los demás, que sienten que no son respetados y evaporándose su sentido de la responsabilidad y del compromiso. Dejan de actuar por iniciativa propia y dejan de sentir pertenencia.

Algunos ejemplos pueden ser Don “Wardaddy” Collier (interpretado por Brad Pitt) en Corazones de acero) o el mismísimo Donald Trump.

Ni bueno ni malo: todo depende de la situación

Aunque en términos generales el coercitivo sea el tipo de líder menos efectivo, lo cierto es que no es ni mejor ni peor que lo demás. Y es que en función de la situación a la que tenga que enfrentarse el jefe de una empresa, deberá adoptar un estilo de liderazgo u otro.

En términos de liderazgo, para lograr el equilibrio en las organizaciones la clave está en combinar los diferentes estilos, pues cada situación concreta demanda un tipo de comportamiento. En este sentido, la verdadera inteligencia emocional de un líder reside en conocer las necesidades y aspiraciones de los trabajadores y ser capaz de detectar cuándo debe adoptar un tono u otro.